Este libro desafía la noción ampliamente aceptada de que la globalización fomenta la convergencia económica y, por extensión, la homogeneización cultural a través de las fronteras nacionales. A través de una comparación sistemática del cambio organizacional en Argentina, Corea del Sur y España desde 1950, se encuentra que la competencia global obliga a los países a explotar sus fortalezas distintivas, lo que resulta en trayectorias de desarrollo únicas. Analizando las condiciones sociales, políticas y económicas que sustentan el auge de diversas formas organizativas, Guillén muestra que los grupos empresariales, las pequeñas empresas y las multinacionales extranjeras desempeñan diferentes roles económicos dependiendo de la trayectoria de desarrollo de un país. El libro concluye que la globalización fomenta la diversidad económica y que la democracia es la forma de gobierno más adecuada para hacer frente a las contingencias de la globalización.