Botijo de verdad, pero en miniatura, unos 12 cm. de alto, para refrescar los tragos veraniegos o como inversión futura, dado la escasa afición existente por estas cosas, la desaparición de los alfares que realizan este tipo de artesanía y el menosprecio y rotura que súfren estas piezas tradicionales de una cultura que, si nó ha desaparecido ya, los problemas sociales habidos en la actualidad se encargan de eliminar.