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1880.INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA.MONTANER SIMON. RARÍSIMA. 4 TOMOS BALACA. CERVANTES


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1880.EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA.

MONTANER SIMON. 4 TOMOS.

EXCLUSIVA.

Barcelona. Año 1880. 4 Vol. En formato de 39 cm x 29 cm cada tomo. Encuadernación en Pergamino con dorados. Encuadernación por MIRALLES. Ilustrada por Don Ricardo Balaca y Don J. Luis Pellicer.

La rareza y exclusividad de esta edición del Quijote de la editorial Montaner Simón es que sea en 4 tomos, y su estado de conservación, como salida de la imprenta. Es sin duda la más rara, y desconocida, reiramos, por ser en 4 tomos (y no en 2 tomos como la editorial imprimió de forma habitual el año 1880 y 1883).

Seguramente es la más especial en cuanto a su belleza de todas las publicadas en el siglo XIX, y sin duda la más lujosa impresa en la época, por sus detalles en la encuadernación, en los materiales utilizados, el tipo de papel, por sus dimensiones, por su aparato tipográfico, sus 44 láminas en cromolitografía original de la época a todo color, y más de 250 imágenes grabadas al boj, formando cabeceras y colofones de capítulos.

Es una obra irrepetible, por el material utilizado para su composición y por el trabajo de los oficiales que la crearon. La editorial y sus propietarios, al igual que los artistas que realizaron las labores de creación de este libro, desaparecieron, dejando un vacío enorme y muchas incógnitas, pero sobre todo dejaron obras de arte, como este quijote en 4 tomos.

Es ampliamente conocido, que la editorial, produjo en 1880 varios ejemplares del Quijote en 2 tomos, que son de extremada belleza, y se encuentran con cierta facilidad en el mercado de libros usados y de colección. Pero de esta misma la obra en 4 tomos, solo se produjeron escasos ejemplares para bibliotecas muy selectas que pudieran permitirse el lujo de adquirirlo. Actualmente no se encuentra en el mercado de venta ni un solo ejemplar en 4 tomos, y mucho menos en buen estado, que es este que presentamos.

El estado de conservación de estos 4 tomos hace de este ejemplar una pieza muy exclusiva.

Emocionante resulta el pasar las hojas en excelente papel y mejor impresión, cuyos 4 volúmenes se adornan con 44 cromolitografías a toda página firmadas por Ricardo Balaca y Luis Pellicer y 252 cabeceras y remates xilográficos, grabados por maestros como J. Gómez, Smeeton, Tilly, Sadurní y Martí.

La empresa editorial Montaner y Simón, fundada en Barcelona en 1861 por Ramón de Montaner y Vila y Francisco Simón y Fuente, se dedicó especialmente a publicar en castellano obras monumentales y de bibliófilo. Llegó a ser una de las más importantes de España, sobre todo durante la segunda mitad del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX. A lo largo de sus 120 años de existencia elabora un extenso catálogo de publicaciones de mucha calidad y con un gran alcance de distribución.

Uno de los ilustradores de este Quijote, Ricardo Balaca (Pintor español, naciodo en Lisboa, 1844; Aravaca, Madrid, 1880), no pudo ver terminado su trabajo en la ilustración del Quijote, puesto que le vino la muerte cuando tenía finalizadas la mitad de las estampas. El retrato de Cervantes que aparece al inicio de la edición es realizado por B. Maura, uno de los maestros grabadores más importantes del momento. Balaca era hijo del también pintor José Balaca y Carrión que en el momento del nacimiento de Ricardo estaba instalado transitoriamente en Lisboa tras haberse exiliado de España por motivos políticos. Su formación artística se inicia en el taller familiar, completándola en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, siendo discípulo de Federico Madrazo. Desde muy joven destacó por sus capacidades para el arte y en 1858, con solo 13 años, participó por primera vez en la Exposición Nacional de Bellas Artes (España), obteniendo mención honorífica. Practicó el dibujo, la ilustración gráfica, el retrato y sobre todo la representación de escenas de batallas, género típico del siglo XVIII que alcanzó un nuevo auge con el romanticismo en el XIX.

En la biografía del otro ilustrador, José Luis Pellicer (Barcelona, 1842;1901), pintor y dibujante, marcan que su formación artística se inició con su ingreso en el taller del gran pintor catalán Ramón Martí Alsina, famoso por su variada producción que incluía desde paisajes de su tierra hasta temas históricos o exóticos.

Pellicer compaginó su labor de pintor con su importante producción gráfica, especialmente destinada a la publicación en prensa. Trabajó como director artístico de la editorial Montaner y Simón, para la cual ilustró diversas obras, como La leyenda del Cid de José Zorrilla y El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha de Cervantes (nuestro Libro de la Semana), así como la colección Biblioteca Universal o los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós. Miembro de la Academia de Bellas Artes, desempeñó al final de su vida diversos e importantes cargos directivos en instituciones, que tuvieron especial importancia en la vida artística de la Barcelona de fin del siglo XIX.

Esta obra viene acompañada por la interesante Vida de Cervantes, cuya autoría se debe a la pluma de Don Nicolás Díaz de Benjumea.

Hubo una época en que Josep Pla afirmaba que cualquier buen catalán burgués debía tener en su haber una colección de la Montaner i Simón. Era la editorial de más prestigio a finales del siglo XIX y, por ello, el arquitecto Lluís Domènech i Montaner construyó su sede en la calle Aragón de Barcelona. Un lugar céntrico y bien comunicado para una construcción que se convirtió en una de las primeras muestras del Modernismo arquitectónico barcelonés. Hoy en día el edificio de la antigua editorial, acoge a la FUNDACIÓ TAPIES.

Se trata de un edificio con historia desde sus orígenes. En un contexto como el de 1879, clásico y encorsetado, Domènech i Montaner idea un lugar polivalente e industrial para albergar la producción de libros y enciclopedias que acabarían en todas las casas de bien del viejo y del nuevo mundo.

El arquitecto, preocupado por crear un estilo arquitectónico propio de la catalanidad y gran admirador del arte mudéjar, recibe el encargo de crear la edificación con total libertad. Y en ese instante revestirá de innovaciones su primer proyecto en serio como arquitecto. En la fachada se utiliza el ladrillo visto, novedad en las postrimerías del siglo XIX, y se usan materiales industriales como el vidrio y el hierro para adornar la estructura de palacio del edificio de la editorial.

En cuanto a la encuadernación de esta obra, decir, que quizá el mejor taller de la época era el de Hermenegildo Miralles (1859-1931), encuadernador procedente de la casa Doménech, que se dedicó a la litografía y la encuadernación de arte y contrató un dorador francés y compró herramientas y material de toda clase para ampliar y mejorar su taller; la casa Miquel-Rius, regentada por Ramón Miquel y Planas, que llevó a cabo una importante labor de investigación y reproducción de los estilos de las encuadernaciones españolas del Renacimiento; la Casa Subirana; y la Casa Aguiló, que contó con el dorador Ricardo Schultz y el pintor y grabador José Roca Alemany.

Es sabido que Miralles atendió a los grandes bibliófi­los catalanes que ansiaban obtener una calidad de encuadernación comparable a la que ofrecían los talleres franceses.

Barcelona, convertida en la gran capital de la producción editorial española, supo atraer a grandes expertos profesionales extranjeros del sector de la encuadernación o artistas autóctonos que se habían formado en talleres parisinos, que tanta falta hacían, para que abrieran sus negocios en la ciudad.

Miralles reclutó a Pierre Schultz (1866-1913), un dorador alsaciano que trabajó en su taller y más tarde trajo a Pierre Guérin quien, realizó encuadernaciones brillantes como jamás antes se habían realizado en Barcelona.

Las primeras encuadernaciones que Hermenegildo Miralles realizó para Montaner y Simón fueron para Don Quijote de la mancha (1880-1883) el encuadernador se estrenaba ofreciendo unas tapas espléndidas con motivos geometrizantes, arabescos y elementos iconográfi­cos sobre los personajes cervantinos estampados sobre piel de color mármol gofrada con cinco tintas, granate, rojo, azul, negro y principalmente, dorados ( los de esta obra).

En el catálogo de la editorial se describía esta obra de esta manera:

“Suntuosa edición dirigida por Don Nicolás Díaz de Benjumea é ilustrada con una notable colección de oleografías y grabados intercalados en el texto por Don Ricardo Balaca y Don José Luis Pellicer. Una completa colección de cuadros y dibujos que en concepto de artistas muy distinguidos constituyen la más bien entendida y hábilmente ejecutada interpretación de los tipos y escenas cervantescas. Dos magní­ficos tomos folio mayor ricamente encuadernados con tapas alegóricas tiradas sobre pergamino y canto dorado. Su precio de 200 pesetas. Ejemplar, pagadas en doce plazos mensuales. Hay un número reducido de ejemplares impresos sobre papel apergaminado y divididos en cuatro tomos al precio de 400 pesetas cada uno.”

(Catálogo editorial, 1902)

El gran ilustrador del momento, era el pintor madrileño, Ricardo Balaca. Los dibujos de este artista fueron grabados principalmente por Celestí Sadurní, pero en el segundo tomo también participaron Brangulí y el taller de Artigas. Balaca ilustró íntegramente el primer tomo con abundantes dibujos xilográ­cos intercalados en el texto y veinticuatro cromolitografías para láminas de página entera. También dejó ilustraciones para el segundo tomo pero, al fallecer, su obra inacabada fue continuada por Josep Lluís Pellicer.

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