La camiseta que pongo en este foro se entregó a los aficionados en el mismo estadio, lo que sirvió para llenar de colorido las gradas, la noche del 17 de noviembre de 1993, en la que un gol de cabeza de Hierro nos metió en el mundial USA 94 frente a los daneses de Michael Laudrup.
Se encuentra en buen estado después de casi 21 años y sólo una mancha debajo de las letras de Adidas se le puede achacar, la que no he querido lavar para no desgastar el tejido. Es talla L pero nada amplia y supongo que 100% algodón.
A continuación pongo un texto de Borja Barbas que sintetiza lo acontecido aquel épica día para el fútbol español.
"Si hay algún enfrentamiento entre España y Dinamarca recordado con orgullo y pasión por el aficionado español, amén de la incontestable victoria de Querétaro, es el que enfrentó a ambas selecciones un 17 de noviembre de 1993 en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán, con el Mundial de Estados Unidos, que se disputaría unos meses después, como objetivo. España y Dinamarca llegaban al último encuentro de lafase clasificatoria con posibilidades de clasificarse para el Mundial estadounidense. Tras la recordada victoria de Dublín (1-3, en aquel partido disputado un miércoles a mediodía), Irlanda, Dinamarca y la propia España llegaban a la última jornada muy apretados en la liguilla, con Dinamarca liderando con un punto de ventaja sobre Irlanda y dos sobre España, a la que ya se había impuesto en Copenhague por 1-0.España necesitaba pues la victoria ante los daneses y, con la afición sevillana de las grandes citas detrás, todo el país se preparó para un choque de vital trascendencia (por aquel entonces no había repescas), a vida o muerte en el Pizjuán. Enfrente del rocoso equipo de Javier Clemente, la Dinamarca de Michael y Brian Laudrup, Peter Schmeichel, Kim Vilfort o Flemming Povlsen, una de las mejores selecciones danesas que uno recuerda, que no en vano venía de ser campeona de Europa un año antes en Suecia. Formó España en aquella noche para el recuerdo con la habituada guardia pretoriana de Javi Clemente, con Andoni Zubizarreta en la portería, una defensa de cinco con Ferrer, Alkorta, Nadal, Giner y Camarasa, el centro del campo con Hierro, José Mari Bakero, Goikoetxea y Luis Enrique, y la punta de ataque para Julio Salinas, que venía de hacerle dos a Irlanda en Dublín.Aquella noche, el destino quiso contribuir de manera notable a la épica que terminaría rodeando al partido. Antes de cumplirse los diez minutos de juego, Andoni Zubizarreta se veía obligado a derribar fuera del área a un Michael Laudrup que ya enfilaba la línea de gol tras haberse deshecho de la defensa española. El derribo significó la inmediata expulsión del portero de Aretxabaleta. España se quedaba con un jugador menos cuando todavía restaban 80 minutos de partido, y un jovencísimo Santi Cañizares tenía que saltar al campo sustituyendo al valencianista Camarasa. Para dar más dramatismo al partido, se daba la circunstancia de que el meta de Puertollano debutaba con la selección nacional absoluta. Afortunadamente, pasaría la prueba con nota.Con un jugador menos, Clemente tenía que retocar sus planes y a España se le presentaba un partido muy complicado. La presión danesa, sabedora de las carencias de los españoles por el costado izquierdo de la defensa, y las internadas de Brian Laudrup precisamente por esa banda, pusieron en algún apuro al debutante Cañizares.La escasa capacidad creativa del medio campo español (Clemente había preferido a su alter ego Bakero en lugar de a Pep Guardiola en el mediocentro) jugaba en contra de los intereses nacionales, y parecía evidente, con la poca profundidad mostrada por los nuestros, que el partido acabaría decidiéndose por una jugada a balón parado. Los daneses prácticamente renunciaron al ataque, habida cuenta de que un empate les clasificaba para el Mundial, pero España se estrellaba una y otra vez en su propia incapacidad creativa.Por fin, en el minuto 63, y cuando Kiko ya había entrado al césped sustituyendo a Salinas en busca de frescura en la zona de ataque, una falta colgada dentro del área danesa era rematada de cabeza por Fernando Hierro, cuyo testarazo superaba a Schmeichel con la “colaboración” de un José Mari Bakero que “pasaba por allí” lo justo para entorpecer al portero nórdico. Un gol de esos que marcan a toda una generación, pese a no ser de una trascendencia máxima (no significaba ningún título). La indispensable victoria de España en aquel choque, con los tintes épicos que suelen impregnar los partidos más recordados por los aficionados, convirtió aquel duelo de la noche del 17 de noviembre del 93 en un momento mágico".