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"Descanso y evocación". Litografía. 45 x 32. Con paspartú: 55 x 42. Numerado 10/50. SIN MARCO
Antonio García Patiño. La Coruña, 1932-2010.
Comienza a exponer en 1957. Realiza numerosas exposiciones por toda Espoaña. Su obra figura en colecciones españolas, francesas, danesas, italianas, suizas y norteamericanas, así como en las colecciones de Caixa Vigo, de la Excma. Diputación de A Coruña, del Parlamento de Galicia, de Caixa Galicia, del Puerto Franco Vigo y de la Xunta de Galicia y en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona.
Su producción agrupa en cuatro períodos. El primero alcanza hasta los años 60 y se podría denominar como “época negra”, ya que muestra la influencia de autores como Goya, Solana, Tàpies, Valdés Leal o El Greco, en los que el negro simbolizó la condición humana, creando un hilo conductor en la historia de la pintura española. Los trazos determinados, el esquematismo y la expresividad de las composiciones de García Patiño en esta época vinculan su obra también con la tradición románica gallega.
La segunda etapa de producción abarcará la década de los años 60, coincidiendo con su residencia en Barcelona, entabla relación con diversos intelectuales y creadores. Produce entonces una serie de obras influidas por el karmatismo, una corriente que ahonda en la necesidad tanto psíquica como fisiológica de pintar, vinculándose a teorías freudianas o al orientalismo. La presentación de sus cuadros karmáticos en la Sala Gaudí en 1970 le reportó un gran éxito entre el público.
Es a partir de entonces cuando comienza su período blanco, en la que los grupos de personas y la mujer centran su producción. Estilísticamente, regresa a las raíces románicas de Galicia, al expresionismo y al primitivismo. En esta fase se enmarcan las cuatro obras pertenecientes a esta colección, datadas en 1990, bajo los títulos: Niña, Una joven, Don Quijote y Hombre pensando. Las cuatro se resuelven con la presentación de figuras hieráticas en primer plano de la composición sobre fondos indefinidos.
De formas rotundas, estas se delimitan por líneas de gruesos trazos negros y blancos, otorgando gran importancia al dibujo, apostando por la expresividad sintética y geométrica lograda gracias a la superposición de planos de color, en los que predominan los tonos blancos y grises, huyendo de la perspectiva y de los volúmenes. La figura humana atrajo a este autor a lo largo de su producción, ya que se lo puede calificar como profundamente humanista.
Durante la última época de producción, García Patiño potenció la creación de series pictóricas, dedicadas a temáticas diversas como la de los gallegos ilustres, la del santoral gallego, la del tarot o la de las escenas bíblicas; a la ilustración y a potenciar su faceta de escultor, aproximándose una vez más al estilo románico que tanto le había influido estilísticamente en su trayectoria.