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TETERA Y AZUCARERO DE PORCELANA CASTRO AÑOS 50, REBAJADO


Estado do lote: Muito Bom (novo ou como novo, sem sinais de uso)

Precioso duo de tetera y azucarero de porcelana de O CASTRO, SARGADELOS, de años 50. En perfecto estado. Tamaño12cm tetera, 7 cm azucarero. con sus tapas todo original.  Rarisima pieza la tetera. 

Isaac Díaz Pardo se instala con su mujer, Doña María del Carmen Arias Montero, en el  PAZO CASTRO DE SAMOEDO, un edificio construido entre los siglos XVII y XVIII, de planta rectangular en forma de “L”, que recibió esta en herencia. La lectura del libro “Cerámica de Sargadelos” (1922), de Felipe Bello Piñeiro, le permite  a Isaac Díaz Pardo conocer la historia de la experiencia industrial llevada a cabo por Antonio Raimundo Ibáñez en Sargadelos (Lugo). 
En 1949, inicia en O Castro de Samoedo, donde antaño existió un castro celta, un taller cerámico que acaba convirtiéndose en el complejo industrial de Cerámica do Castro.Luego de experimentar técnicas y diseños diferentes, Díaz Pardo y sus colaboradores optaron por reproducir, en series muy limitadas, figuras originales de artistas plásticos, empleando los mismos caolines que habían servido a la empresa de Ibáñez, con los que se obtenía una pasta fina, translúcida de gran dureza y blancura, que aportaban gran calidad y blancura a la porcelana.Como había sucedido con la primera experiencia en Sargadelos, enseguida llegan los problemas a O Castro, atacada desde el gobierno por el pasado galleguista de la familia de Díaz Pardo. Son frecuentes las inspecciones de Trabajo y de Hacienda o las multas y sucede un hecho clave: el gobierno español decide, en el año 1956, vender las minas de caolín a una empresa alemana, quedando desabastecido el mercado español.

 
La inquietud empresarial y artística de Isaac Díaz Pardo lo llevó a iniciar en Argentina experiencias cerámicas, lo que le permitió contactar con exiliados gallegos, entre los cuales destacaron el pintor Luis SeoaneAndrés Albalat (arquitecto) y Fernando Arranz entre otros.. Esas experiencias que, empresarialmente acabaron mal, sirvieron, sin embargo para interesar a los intelectuales gallegos exiliados en la Argentina desde el final de la guerra civil española, en la intención de trabajar por la recuperación económica y cultural de Galicia, que se plasmó en 1963 con la creación del Laboratorio de Formas. 
Mientras, O Castro en 1960, construyó una nueva planta incorporando a su producción diseños entroncados con motivos abstracto-geométricos tomados del románico y del barroco gallegos, o las formas que, de algún modo, guardan un paralelismo con el simbolismo formal del arte románico.
La continuación y puesta en marcha de la idea del Laboratorio de Formas se manifestó en un proyecto, liderado por Díaz Pardo y Seoane, para la recuperación de la antigua fábrica de Sargadelos en Cervo (Lugo), cuya planta circular se inauguró en 1970. El éxito de tal emprendimiento fue inmediato, el diseño y la calidad se aunaron con la historia, convirtiendo la marca SARGADELOS en un referente icónico de lo que es y representa Galicia.
Comenzó la nueva época fabricando servicios de mesa y piezas de decoración, empleando como colores básicos el azul y el marrón dorado, incorporando el rojo en las piezas muy especiales pues el proceso de este color encarecía el producto. Se dio importancia a las formas clásicas incorporando además nuevas formas vanguardistas salidas del estudio de Laboratorio de Formas y diseñadas por Luis Seoane. Tuvieron especial interés los retratos de personajes célebres de las letras y el arte, tanto en forma escultórica como en jarras Mambrú. La primera de esta serie fue la obra dedicada a Rosalía de Castro seguida por Antonio MachadoLeón FelipeCastelaoUnamunoValle Inclán y Pérez Galdós y el pintor Picasso. Personajes del medioevo como el maestro Mateo, el obispo Gelmírez o la popular heroína, María Pita.​ En otro momento salió la serie fauna con reproducciones de toda clase de pájaros propios de Galicia, gatos, vacas, etc. Otra serie que tuvo una aceptación popular y de gran éxito fue la de los amuletos, figuras pequeñas para colgar del cuello, cada una con su leyenda particular, inspiradas en las historias de las meigas y la forma de defenderse de sus hechizos. Las joyas de Sargadelos fueron también muy apreciadas en su combinación de plata y cerámica; se fabricaron sortijas, pulseras, dijes, collares, pendientes, etc.
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